Un hecho básico, tan básico como elemental condiciona
nuestras vidas, somos animales (unos más que otros) de la especie “homo sapiens”
que a su vez es una subespecie del grupo homínidos y esto crea una confusión
importante a la hora de comprender nuestras raíces porque la llamada ciencia
oficial, especialmente la antropología y la arqueología, no han tenido las
luces necesarias para clarificar nuestro árbol genealógico y la confusión está
servida por dos factores, uno el cine de Hollywood que como todas las
industrias produce residuos tóxicos y en este caso son subproductos
intelectuales que intoxican más que otra cosa al crear la confusión de nuestros
ancestros o bien mezclados con dinosaurios o bien elevados a la categoría de
simios, y de otro que continuamente nuestro pasado se está revisando, pero la
tónica común parece ser que se le niega a nuestros antecesores su naturaleza
humana y sus gestos éticos y de progreso, cultura y civilización.
La arqueología de vanguardia, los últimos aportes, entre
muchas voces la Universidad de Navarra en España y el muy meritorio trabajo del
equipo del doctor Arzuaga en Burgos (Atapuerca) reconocido internacionalmente
con distintos premios y menciones de la UNESCO, sostienen que nuestros
antepasados “sapiens” tenían cuerpo de “top model” (textualmente) y los
primeros que las culturas prehistóricas lejos de ser violentas o machistas eran
justo lo contrario y donde las mujeres tenían un papel predominante, hecho que
podemos observar como se perpetua en algunas culturas nativas del norte de
América.
Con el nombre difuso de “prehistoria” solo resulta un
eufemismo que designa y etiqueta la mayor parte de la historia de los seres
humanos, mucho más del 90%, y referida a los pueblos que no tienen historia porque
no existían textos escritos, pero es muy aventurado suponerles gestos primarios
y poco civilizados por esto porque igual nos sorprendería saber que era justo
lo contrario.
Y sigue sin estar nada de claro si los neandertales sucumbieron por sí mismos o bajo nuestra especie, tampoco está nada pero nada de claro si ellos eran los brutos y poco evolucionados y nosotros la élite espiritual, porque bien pudo ser a la inversa.
Y es que no estamos preparados para aceptar que la humanidad
involuciona, solo plantear la ligera sospecha escandaliza, y seguimos empeñados
en confundir los antepasados o ancestros del ser humano entre especies mucho
más antiguas como “homo habilis, homo erectus, homo antecesorus, etc, etc” que
podrían tener con nosotros el mismo parentesco que tenemos hoy con los gorilas
por ejemplo. No necesitamos en el mundo de bruj@s un aval de la ciencia para
saber quienes eran nuestros ancestros y desde luego en nada o poco se parecen a
los que dicta la llamada “ciencia oficial”.
Sabemos que en un tiempo (datado aprox en 50.000 años) la
subespecie neandertal convivía con los sapiens y otras subespecies extrañas,
ignotas, lamentablemente desaparecidas que llegaron a la extinción. Pero
también sabemos que existió el mestizaje y en un puzle complejo hoy podemos
convivir los llamados “caracteres primarios” con personas “civilizadas” y es
uno de los problemas que enfrentamos a diario, y donde en el colmo de todos los
colmos de la complejidad en la entrada de la era de Acuario los designios y
caminos del planeta no lo dirigen las culturas más evolucionadas sino algunos
de estos caracteres primarios como por ejemplo el señor Trump de Estados
Unidos. Es como si el inconsciente colectivo entendiera en todo el mundo una
penosa lección de historia de la que dijo Napoleón “Los pueblos que no conocen
su historia están condenados a repetirla” y como a lo largo de los siglos las
culturas evolucionadas de una espiritualidad excelsa perecieron bajo el empuje
de nuevas culturas salvajes de la fuerza, el siglo XXI llama la atención con
nuevas formas de gobierno de corruptos y personajes torpes, primarios, brutos,
quizás solo quizás se puedan explicar estas torpezas en el mismo inconsciente
colectivo que decía Jung, una forma hábil e ingeniosa de la humanidad de elevar
a personas primarias al gobierno en un intento de frenar el avance de nuevas
culturas bárbaras que termine con la civilización conocida como ha venido
ocurriendo hasta ahora, sería una especie de filosofía de solución homeopática “Lo
igual se cura con igual”, pero es nuestro sino y siempre fue así, convivir con
personas primarias y bastante salvajes, de crímenes horrendos, de actos soeces,
y donde me temo que a lo largo de la historia nunca se adaptaron ellos a la
civilización sino que esta se tuvo que adaptar a ellos y las culturas que no lo
entendieron perecieron.
Las almas sabemos que evolucionan y en esto tiene su sentido
la reencarnación, pero no todas lo hacen del mismo modo y la misma frecuencia.
Sin duda alguna si un antiguo lama tibetano conviviera en nuestras ciudades y
metrópolis nos miraría a todos con la compasión budista de quien ve monos en un
zoológico. El siglo XXI parece entonces que toma nuevas y revolucionarias
formas de defensa al colocar políticos primarios en la representación del
poder, que nunca olvidemos que es esto, nunca el poder en sí mismo.
Pero la complejidad está servida porque el hecho de que se trate de individuos de los llamados de etnia caucásica y que no presentan rasgos primitivos no significa que sean almas evolucionadas, esto solo sería en ocasiones el envoltorio, el cuerpo, el "envase" y su alma aun estar demasiado anclada en formas primarias de la vida.
Es pues la clave de la vida cotidiana, la mezcla y trato diario en nuestra cotidianiedad de las almas muy evolucionadas y aquellas que prácticamente viven empeñadas en la subsistencia elemental y pertenecen a la llamada "cultura de hambre" aunque vivan en los llamados paises del primer mundo.