
Detrás de la mayoría de los
cuentos infantiles existen leyendas y postulados que poco o nada tienen que ver
con el mundo de los niños, y este sería un perfecto exponente.
El autor de la historia es Charles
Lutwidge Dodgson, más conocido por su seudónimo Lewis Carroll, fue un diácono
anglicano y matemático que vivió entre 1832 y 1898 en Guildford, Reino Unido.
Originalmente publicado en 1865 como “Las aventuras de Alicia en el país de las
maravillas” originalmente tenía el título de "Las aventuras subterráneas de Alicia" tuvo una segunda parte “Alicia a través del espejo”.
Oficialmente se explica su
inspiración en el seno de una Inglaterra puritana por un paseo en barco por el
río Thamesis con el reverendo Duckworth en 1862, pero Lewis Carroll en realidad
era asiduo a los fumaderos de opio clandestinos que operaban en Europa en la época
y bastante extendidos hasta poco antes de comenzar la 2ª guerra mundial, la
propia escritora francesa Anais Nin confesaba su predilección por estos antros
muy frecuentados por las clases burguesas.
Entontramos muchos elementos como por ejemplo
una oruga que fuma narguile (pipa oriental), habla con voz perezosa y lanza anillos de humo con forma de letras y objetos.
Alicia en realidad es una gigantesca
alucinación producida por los efluvios del opio lo que le dota de ciertas
claves mágicas en los siguientes pasos:
Capítulo I: El descenso por la
madriguera
Capítulo II: En un mar de
lágrimas
Capítulo III: Una carrera en
comité y un cuento largo
Capítulo IV: La habitación del
Conejo Blanco
Capítulo V: El consejo de una
oruga
Capítulo VI: Cerdo y pimienta
Capítulo VII: Una Merienda de
locos
Capítulo VIII: El croquet de la
reina
Capítulo IX: Historia de la Falsa
Tortuga
Capítulo X: El baile de la
langosta
Capítulo XI: ¿Quién robó las
tartas?
Capítulo XII: La declaración de
Alicia
Hace dos años la BBC publicaba un
profundo estudio y análisis de Alicia basado y asociado en el consumo de drogas
bastante interesante, lo asociaba a la acción de las drogas pero extrañamente
su autor nunca llegó a desvelar lo evidente, Carroll era asiduo de los fumaderos
de opio en la época regentado por los chinos.
"Bébeme"
Si me hace crecer podré coger la
llave; y si me hace encoger, podré deslizarme bajo la puerta; así que de
cualquier manera entraré en el jardín, ¡y no me importa lo que ocurra!".
En una de sus primeras aventuras,
Alicia encuentra una poción con una etiqueta que dice "bébeme" y tras
tomársela mengua hasta medir sólo 25 centrímetros.
Y un pastel mágico produce justo
el efecto contrario en ella: crece tanto, que toca el techo con su cabeza.
Estas escenas fueron las primeras
en llamar la atención de los científicos.
En 1955 un psiquiatra llamado John
Todd se encontró con varios pacientes que aseguraban tener esa misma sensación
de "alargarse como un telescopio".
Todos ellos sufrían un transtorno
neurológico que afecta a la percepción visual y que hoy se conoce como
micropsia o síndrome de Alicia en el país de las maravillas (AIWS, por sus
iniciales en inglés), un mal que afecta principalmente a niños.
"He escuchado a pacientes
decir que las cosas están patas arriba, incluso que sus madres están a su lado
cuando en realidad se encuentran en el otro extremo de la habitación",
dice Grant Liu, un neurólogo de la Universidad de Pensilvania, en EE.UU., quien
ha estudiado el fenómeno.
Los diarios de Carroll revelan
que sufrió migrañas, episodios que con frecuencia desencadenan en el síndrome.
Y eso hizo a muchos especular sobre que el escritor se inspiró en sus propias
experiencias.
Liu, por su parte, sospecha que
el síndrome puede provocar una actividad anormal en los lóbulos parietales del
cerebro, los responsables de la percepción espacial; y, como consecuencia,
sesgar el sentido de la perspectiva y la distancia.
Pero a pesar de ser molestas,
estas fugaces ilusiones suelen ser generalmente inofensivas.
"La mayoría de los que las
sufren no se ven afectados. Además les insistimos que no están locos y que
otros también experimentan esas sensaciones", explica.
Hoy en día los neurocientíficos
están tratando de provocar la ilusión en sujetos sanos, ya que creen que ello
podría arrojar luz sobre la manera en la que creamos nuestro sentido del yo
aquí y ahora.
La Duquesa y el Gato de Cheshire
Esta vez sí que no había razón
para equivocarse: era ni más ni menos que un cerdo, así que Alicia comprendió
que no podía continuar con este asunto por más tiempo"
El país de las maravillas está
lleno de personajes que cambian de forma, incluyendo a la grotesca Duquesa y a
su bebé llorón.
Cuando Alicia lo toma en sus
brazos su nariz se hace más respingona, los ojos se le juntan y empieza a
gruñir. Y así, antes ni siquiera de darse cuenta, el bebé se ha convertido en
un cerdo.
En otro momento de la historia,
Alicia trata de jugar al croquet utilizando a un flamenco como mazo, y conoce
al sonriente Gato de Cheshire, cuya sonrisa persiste incluso cuando su cuerpo
ha desaparecido.
En los sueños con frecuencia los
objetos se transforman y adquieren nuevas identidades, así que esa
característica es la manera más inteligente en la que Carroll evocó a la mente
dormida en las aventuras de Alicia; esa y la extraña sensación de que el tiempo
está jugándole una mala pasada.
Los neurocientíficos creen que el
fenómeno se debe a la manera en la que el cerebro consolida nuestra memoria
mientras dormimos.
Éste afianza los recuerdos
vinculándolos con otros sucesos para crear la historia de nuestra vida.
Así, cruzando las referencias del
recuerdo sobre un cerdo y un suceso sobre un bebé, por ejemplo, Carroll logró
un efecto surrealista en un paisaje onírico.
Humpty Dumpty y el Jabberwocky
— Mi nombre es Alicia, pero...
—¡Qué nombre más estúpido!— la
interrumpió con impaciencia Humpty Dumpty. — ¿Qué significa?
— ¿Es que un nombre tiene que
significar algo?— preguntó Alicia tímidamente.
— ¡Claro que sí!— dijo con una
risita seca Humpty Dumpty—. Mi nombre significa exactamente la forma que tengo
(una forma, por cierto, muy hermosa). Tú en cambio, con un nombre así, podrías
tener cualquier forma.
En la secuela A través del espejo
y lo que Alicia encontró allí Carroll continúa con sus exploraciones, que
incluyen algunas incursiones juguetonas sobre la naturaleza del discurso.
Todo comienza cuando en el primer
capítulo Alicia lee un poema llamado el Jabberwocky.
Brillaba, brumeando negro, el
sol;
agiliscosos giroscaban los
limazones
banerrando por las váparas
lejanas;
mimosos se fruncían los
borogobios
mientras el momio rantas
murgiflaba.
"Parece muy bonito",
dice Alicia cuando lo termina. "¡Pero es tan difícil de entender!".
Alicia se rasca la cabeza con el
dedo: el poema apela de alguna manera a nuestra concepción de la corrección
gramatical, pero las palabras por sí mismas no tienen ningún sentido.
Pues bien, los neurocientíficos
que exploran la maquinaria del lenguaje hoy usan las "frases
Jabberwocky" durante los escáneres cerebrales para demostrar que el
significado y la gramática se procesan de forma separada en nuestro cerebro.
Pero de los experimentos más
importantes de Carroll en ese sentido es el momento en el que Alicia se
encuentra on Humpty Dumpty y su conversación explora la naturaleza misma de las
palabras.
Anteriormente los científicos habían
asumido que era imposible, que las palabras son arbitrarias y que los sonidos
no pueden tener un significado innato. Pero ahora están investigando la
cuestión, por si Humpty Dumpty pudo haber tenido razón"
¿Puede una frase compuesta por
por palabras como Humpty Dumpty evocar mejor la "hermosa forma" del
personaje, un huevo antropomórfico, que cualquier otro sonido escogido al azar?
Es una antigua pregunta
filosófica que remonta a Platón.
Anteriormente los científicos
habían asumido que era imposible, que las palabras son arbitrarias y que los
sonidos no pueden tener un significado innato.
Pero ahora están investigando la
cuestión, por si Humpty Dumpty pudo haber tenido razón.
Sea cual sea la explicación del
fenómeno, a veces se puede adivinar con gran exactitud el significado de una
palabra de un idioma desconocido.
Y también se puede lograr que los
sobrenombres, como en el caso de Humpty Dumpty, terminen reflejando la
apariencia de quien los ostenta.
Hay quien sospecha que se trata
de "fósiles lingüísticos" que guardan los primeros enunciados de la
humanidad.
La Reina Blanca y el viaje mental
en el tiempo
— Es un tipo de memoria muy pobre
la que sólo funciona hacia atrás— replica la Reina.
— ¿Qué tipo de cosas recuerda
mejor?— se aventura a preguntar Alicia.
— Oh, las cosas que ocurrirán la
semana que viene después de la siguiente", respondió la reina en un tono
despreocupado.
En su viaje, Alicia sostiene
largas discusiones con la Reina Blanca.
Ella es una de las creaciones más
desconcertantes de Carroll, alguien que asegura tener una extraña capacidad de
previsión.
"Desde mediados del año 2000
los neurocientíficos comenzaron a darse cuenta de que la memoria no sólo tiene
que ver con el pasado, sino que también ayuda a actuar de forma apropiada en el
futuro", dice Eleanor Maguire, del University College de Londres, quien
con frecuencia se refiere a la Reina Blanca para ilustrar la idea.
Desde mediados del año 2000 los
neurocientíficos comenzaron a darse cuenta de que la memoria no sólo tiene que
ver con el pasado, sino que también ayuda a actuar de forma apropiada en el
futuro
Una posibilidad es que imaginamos
el futuro tirando de nuestros recuerdos y uniéndolos en un montaje que podría
representar un nuevo escenario.
De esta manera, la memoria y la
previsión utilizan "el mismo tiempo de viaje mental" en las mismas
áreas del cerebro.
Maguire, por ejemplo, ha
estudiado a pacientes con daño en el hipocampo, lo que significa que no pueden
recordar su pasado. Sin embargo, la experta descubrió que estos también tienen
problemas para pensar en futuro.
"Les pedimos que imaginen
que se encuentran con un amigo la próxima semana y simplemente no podían
hacerlo", explica.
Lo mismo ocurrió cuando les dijo
que imaginaran la visión futura de la orilla del mar. "Sabían que habría
mar y arena, pero no podían visualizarlo en su mente", añade.
En otras palabras, sus pacientes,
a diferencia de la Reina Blanca, están atrapados para siempre en un eterno
presente.
¿Puedes pensar en cosas
imposibles?
—No sirve de nada intentarlo—,
dijo Alicia. — No se puede creer en cosas imposibles.
— Me atrevería a decir que no
tienes mucha práctica—, respondió la Reina. — Cuando tenía tu edad lo hacía
durante media hora al día. A veces creía hasta en seis cosas imposibles antes
del desayuno.
Continuando con su exploración de
la imaginación humana, la Reina ensalza las virtudes de pensar en lo imposible.
A ese capítulo hace referencia
Gopnik, quien leyó la obra de Carroll por primera vez cuando tenía tres años y
ahora se dedica a estudiar cómo construimos la imaginación.
La experta ha descubierto, por
ejemplo, que los niños que juegan a "creer lo imposible" tienden a
desarrollar una capacidad cognitiva más avanzada.
Entre otras cuestiones, entienden
mejor el pensamiento hipotético y también las motivaciones y las intenciones de
los demás.
"Mucho de lo que hacen en el
juego de la simulación es plantear una hipótesis y seguirla hasta una conclusión
lógica", explica Gopnik.
Las aventuras de Alicia están
llenas de encuentros surrealistas que podrían ayudar a cualquiera a desarrollar
esas habilidades.
Travis Proulx, de la Universidad
de Tilburg, en los Países Bajos, ha estudiado la manera en la que la literatura
surrealista y absurda como la de Carroll influye a nuestro conocimiento.
Algunas drogas alucinógenas también podrían
ayudar a alcanzar un estado mental de libre asociación parecido al de los
niños, pero leer es sin duda la forma más segura de hacer retroceder el reloj y
ver el mundo desde una nueva perspectiva
Y ha descubierto que enfrentar
nuestras expectativas a un mundo extraño y a unas historias fantásticas empuja
a nuestro cerebro a ser más flexible, lo que, a su vez, nos hace más creativos
y hace que aprendamos más de prisa.
Así que si sientes que tu cerebro
se estira, puede que no haya mejor solución para ello que pasar una tarde con
Alicia.
En ese sentido, Gopnik señala que
algunas drogas alucinógenas también podrían ayudar a alcanzar un estado mental
de libre asociación parecido al de los niños, pero leer es sin duda la forma
más segura de hacer retroceder el reloj y ver el mundo desde una nueva
perspectiva.
Ya lo escribió Carroll:
"Tantas cosas fuera de lo común le habían ocurrido últimamente, que Alicia
había comenzado a pensar que muy pocas cosas en verdad eran realmente
imposibles".
Y sus lectores seguramente
estarían de acuerdo.
Alicia en el país de las maravillas puso nombre a la patología que hace que veamos los objetos mucho más pequeños y alejados de lo que realmente son y están. Como si nos hubiésemos bebido esa botella que Alicia encuentra en su aventura con un cartelito que dice “Bébeme”, y que hace que empiece a encoger, y encoger.